viernes, 25 de marzo de 2011

Llegada a Marrakech

En poco más de hora y media los cinco integrantes de la expedición (Tío Charles, Segovia, Jose, Albertini y Leandro) abandonaríamos nuestra rutina para tomar tierra en Marrakech. Pronto nos daríamos cuenta que el viaje había sido mucho más largo de lo esperado, aterrizando en la España de décadas atrás. Ciclomotores sin matrícula, se entremezclaban con vehículos aquí catalogados como históricos, creando un caos circulatorio junto a peatones y ciclistas. Larsan, nuestro contacto local, nos trasladaría hasta Imlil, trayecto en el cual tendríamos la ocasión de comprobar el fuerte contraste entre las clases sociales de Marruecos, donde enormes propiedades, ajardinadas y ostentosas darían paso a poblados más que modestos. La abundante lluvia pronto se convertiría en nieve, tiñendo de blanco el terreno y ofreciéndonos un recibimiento espectacular. Una vez en Imlil, base de operaciones en la montaña marroquí, degustaríamos el primero de los innumerables tes, tomando contacto con el arte del regateo para negociar la estancia y alimentación de las siguientes jornadas. Las malas condiciones climatológicas y la gran cantidad de nieve acumulada durante varios días (con el consiguiente riesgo de avalancha), ponían en peligro nuestros planes de asalto a las cimas del Atlas, pero ante ello poco podíamos hacer, por lo que decidimos irnos a dormir con un “mañana ya veremos”…

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