jueves, 30 de diciembre de 2010

LA SAGRA EXPRÉS

Información básica:

Montaña situada en la provincia de Granada que se alza 2.383 metros sobre el nivel del mar. En esta ocasión optaríamos por el famoso "embudo" de la cara norte. Para ello tomaríamos la estrecha carretera que parte desde la Puebla de Don Fadrique, aparcando poco después del hotel Collados de la Sagra, situado a 1470 metros aprox. Se trata de una subida breve, unas tres horas a ritmo medio, pero intensa por las fuertes y continuadas rampas que hay que afrontar. En cuanto al descenso disfrutaríamos de la torrentera que va a desembocar a la variante del ascenso, pudiendo realizarse holgadamente en hora y media. Técnicamete no ofrece ninguna dificultad, pero en época invernal hay que llevar cuidado con la posible existencia de nieve dura o incluso hielo que nos podría complicar muy mucho la existencia, por lo que no olvidaría echar los crampones y el piolet a la mochila. Hay infinidad de páginas en las que podréis encontrar más información y detalles sobre la ruta.

Crónica:

Por una de esas extrañas movidas de la vida, Albertini, ese individuo que odia caminar por caminar y reniega de los montes en los que pastan las vacas, sería el promotor del nuevo asalto a la Sagra.Dicho y hecho, eran las 18:15 del 27 de diciembre, cuando los cuatro integrantes de la expedición (Albertini, Jose, Tío Charles y Leandro), comenzábamos a caminar al abrigo de la oscuridad. La temperatura era más cálida de lo esperado, la escasa nieve entremezclada con el pedregal endurecía el ascenso, pero poco a poco y después de escuchar algún que otro quejido/lamento/maldición nos haríamos con la cima.
Y allí, junto al vértice geodésico, dentro de su tienda de campaña, yacían plácidamente dos montañeros de Almansa, que pudieron comprobar que no eran los únicos tarados que habían decidido disfrutar de la gélida soledad de aquel lugar.
Obviando el trámite nocturno, a las 06:45 comenzaríamos a desmontar el campamento y después de saborear unos dulces navideños y observar el rojizo amanecer, descenceríamos hasta alcanzar la torrentera, donde tendría que poner a prueba mis reflejos para esquivar una piedra de gran tamaño "lanzada" por el Tío Charles, a modo de protesta por el fuerte dolor que le subyacía en las rodillas a consecuencia de aquel vertiginoso descenso.

Y así, renqueando, llegaríamos hasta el coche, donde tras un capítulo del encantador de perros pondríamos fin a la aventura.

3 comentarios:

Alberto dijo...

Sublime!

francesc dijo...

ke le subyacía al tio charles?

Lean_Raidermania dijo...

Que disfrutó de un grato dolor que le hacía caminar tullidamente... En resumen, se le cargaron las rodillas bajando por la torrentera